LA
DESAPARICIÓN DE LAS
MENINAS
por Bartolomé Borja Navarro Valera de 2º A
Madrid,
13 de mayo a las 9 de la mañana. Museo del Prado.
Los
policías entraron en el museo a buscar pruebas. Todos los cuadros
del museo estaban en su sitio excepto uno, el más importante de toda
la colección: Las
Meninas.
El
mecanismo de seguridad estaba desactivado pero el aparato que lo
controlaba se encontraba intacto. Solo un maestro en el arte del robo
de obras de arte haría algo así.
Todos
podrían haberlo hecho, pero, ¿quién lo hizo? Solo alguien podría
averiguarlo: el famoso detective Arthur Holmes.
Mientras
Madrid se descolocaba, en Londres un hombre normal, de mediana edad
y estatura media, abría el buzón como si fuese una mañana como
otra cualquiera, cuando se encontró con un sobre que llevaba escrito
como remitente:
Ayuntamiento
de Madrid. Puerta del Sol, SN.
Abrió
el sobre con su peculiar abrecartas y encontró un mensaje que decía:
Estimado Sr. Holmes:
Me
entristece comunicarle la desaparición de la mayor obra pictórica
del Museo del Prado de Madrid, el famoso cuadro ‘’Las Meninas’’.
De
parte del ayuntamiento y de toda nuestra ilustre ciudad, me gustaría
pedirle que nos ayudase a encontrar uno de los tesoros nacionales de
España. Por favor ayúdenos, puesto que esta pérdida para nuestro
país sería muy grave.
Mi más
cordial saludo y agradecimiento,
La
Alcaldesa de Madrid
Cogió
el teléfono y llamó a su fiel ayudante Elton, el cual aceptó ir a
ayudarle. Así que acordaron tomar el avión al día siguiente y
marchar hacia Madrid.
Así
lo hicieron, y cuando llegaron a España fueron recibidos por la
alcaldesa de Madrid, quien les explicó con todo detalle lo sucedido.
Y pusieron rumbo al Museo del Prado.
Una
vez allí examinaron todo el museo, y buscaron pistas sobre la
identidad del ladrón. No encontraron nada muy importante, pero se
dieron cuenta de algo: bajo el lugar donde estaba colocado
exactamente el cuadro desaparecido, había un pájaro hecho de papel,
papel negro. Solo había un ladrón que dejase este tipo de señas:
el Guante Negro.
Cogieron
un mapa de Madrid, y desde el Museo del Prado trazaron líneas rectas
en todos los sentidos, que les llevaban a:
.
Puerta del Sol
.
Puerta de Alcalá
.
Parque del Retiro
.
Ronda de Atocha
.
Plaza Mayor
Buscaron
en todos estos lugares, pero no encontraron nada relacionado con el
ladrón ni con el crimen. También buscaron en edificios emblemáticos
de la ciudad de Madrid, pero después de dar tantas vueltas, solo
encontraron pistas en uno de ellos: la Real Academia de la Lengua
Española. Allí interrogaron a muchas personas para preguntarles si
habían visto algo raro últimamente. Nadie había notado nada
extraño.
Nadie excepto una mujer que ocupaba el sillón de la Ñ
mayúscula, una mujer que había sido anteriormente profesora de Lengua en un instituto de un pueblo llamado Villa del Río. Esta
mujer había visto paseando el otro día por el Parque del Retiro a
un hombre muy sospechoso.
Después
de agradecerle su labor para ayudarles a resolver el caso, fueron al
Retiro para ver si volvían a ver a ese hombre sospechoso que la
mujer les había descrito. Y efectivamente en el Paseo de Fernán
Núñez. Empezaron a perseguirle, y el sospechoso empezó a sentirse
intimidado , Corrieron y el hombre al que perseguían se escondió en
el Palacio de Cristal, donde después de una larga persecución
lograron atraparle.
Se
llevaron al sospechoso a la comisaría más cercana, para someterle a
un interrogatorio. Allí, tras muchas horas de largas preguntas,
consiguieron sacarle la información necesaria.
Resultó
que él no era el ladrón, sino que había colaborado con él. Sabía
donde estaba el cuadro, y a base de duros chantajes lo dijo. Confesó
también quién era el ladrón y dónde se escondía. Y
efectivamente, en un apartamento del distrito de Hortaleza estaban el
ladrón y el cuadro.
Apresaron
al ladrón y al compinche y devolvieron el cuadro al museo. Y al día
siguiente, el Ayuntamiento le concedió un diploma por haber ayudado
a la ciudad, mientras que en la celda del ladrón se oía
‘’Volveré…’’
Continuará…
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