2020-2021
CUARTA Y ÚLTIMA SEMANA
Los dos reyes y los dos laberintos
Jorge
Luis Borges
Cuentan
los hombres dignos de fe (pero Alá sabe más) que en los primeros
días hubo un rey de las islas de Babilonia que congregó a sus
arquitectos y magos y les mandó a construir un laberinto tan
perplejo y sutil que los varones más prudentes no se aventuraban a
entrar, y los que entraban se perdían.
Esa obra era un escándalo,
porque la confusión y la maravilla son operaciones propias de Dios y
no de los hombres. Con el andar del tiempo vino a su corte un rey de
los árabes, y el rey de Babilonia (para hacer burla de la
simplicidad de su huésped) lo hizo penetrar en el laberinto, donde
vagó afrentado y confundido hasta la declinación de la tarde.
Entonces imploró socorro divino y dio con la puerta. Sus labios no
profirieron queja ninguna, pero le dijo al rey de Babilonia que él
en Arabia tenía otro laberinto y que, si Dios era servido, se lo
daría a conocer algún día. Luego regresó a Arabia, juntó sus
capitanes y sus alcaides y estragó los reinos de Babilonia con tan
venturosa fortuna que derribo sus castillos, rompió sus gentes e
hizo cautivo al mismo rey.
Lo amarró encima de un camello veloz y lo
llevó al desierto. Cabalgaron tres días, y le dijo: "Oh, rey
del tiempo y substancia y cifra del siglo!, en Babilonia me quisiste
perder en un laberinto de bronce con muchas escaleras, puertas y
muros; ahora el Poderoso ha tenido a bien que te muestre el mío,
donde no hay escaleras que subir, ni puertas que forzar, ni fatigosas
galerías que recorrer, ni muros que veden el paso." Luego le
desató las ligaduras y lo abandonó en la mitad del desierto, donde
murió de hambre y de sed. La gloria sea con aquel que no muere.
FIN
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